Naturaleza

Cuando la realidad te abruma
lo cotidiano te abrasa
y el desamor te apabulla
la naturaleza te abraza.

Te regala aire fresco
y te da de su fruto
te alimenta y guarece
te evade del barullo.

A lo lejos,
 en la montaña,
el lobo aulla.

La trastienda

Fue una noche de otoño.
Las setas asomando en la sierra
las hojas caidas tapando las vergüenzas del progreso
 el frío húmedo calando hasta los huesos
y tu mirada inundando mi alma desnuda.

Fue una noche de otoño
cuando empezce a volver a morir un poco
porque no muere el que no vive
 y porque es fácil morir cuando no se está a tu lado.

Fue una noche de otoño,
recuerdo que era de noche por las luces artificiales,
cuando te colaste en la trastienda
rebuscaste entre la niebla
y levantaste una nube de polvo
dejándolo todo patas arriba.

Tiempo al tiempo

Al tiempo no le importa nuestra miseria
la transpasa.
Se nos escapa de las manos
y no hay recipiente que lo retenga
su paso es inalcanzable
y su destino inexorable.
Al tiempo se la refanfinfla nuestra muerte y nuestra vida
de ambas ha visto todas
y para él pasan como una gota en el mar
como un grano de arena en el desierto
como un planeta en la inmensidad del universo.
Al tiempo solo le importa el espacio
y la luz que por el se pasea,
porque son iguales en incomprensión para el hombre
porque si se juntan y les place le doblegan.
Porque son una asamblea en la que todos pintan
y nadie decide nada por su cuenta.
Y nosotros mientras tanto con nuestra miseria:
contando el tiempo que nos queda.

Normalidad

Lo he intentado
me he mirado,
pero no me veo
me he vestido
me he colocado
he imaginado
y hasta me he callado
pero no me veo.

La realidad,
que me quita mis sueños
me envilece.
Me malforma.
Me endurece.
Normaliza y adormece.
Me somete
Me mata el alma.

Basta de tristeza,
ya me duermo... que anochece.

Pesadas pedradas

Cuando el llanto se torna ruina
                         nadie espera que lo entiendas
todo se vuelve negro
                          solamente escucha atentamente
las lágrimas, heladas puñaladas
                           es el instinto el que te advierte
el pecho, prensa de percusión

       pesadas pedradas en el corazón

Garbeos

Le hice saber a la muerte
que ya no temía su encuentro
me miró con su alma lúgubre
y regresó a sus pensamientos.