16/11/14

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Cuando los ecos de tu recuerdo se me arremolinan en mi cerebelo, el circo del subconsciente se hace dueño de mis pesares y dicta esperanzas en mi ausencia consciente.
Sueño flores en tu pelo bailando al son del viento, hojas secas  que se apartan a tu paso por la orilla del río en un atardecer de otoño.
Sueño besos enredados y abrazos apasionados, caricias en piel de gallina y respiración entrecortada.
Eventualmente el sueño se torna lejano, etéreo y caprichosamente irreal. El sueño se evapora y tu recuerdo no basta. El ansia me arrastra hacia tu desnuda espalda.
Pero tu cuerpo no está, y tampoco está la esperanza.