17/1/15

Amor platánico desintegrante.



Es curioso, te vi llegar entre las sombras.
La oscuridad lo cubría todo, y entre medias, pequeños destellos denotaron tu presencia, futil al principio y luego cada vez más evidente.
Pasados unos segundos la oscuridad había sido prácticamente fagocitada por la luz que desprendes. No recuerdo lo que llevabas puesto, en aquel momento me era indiferente, Tampoco recuerdo el tiempo que tardaste en llegar hasta mi... la relatividad  de Einstein se hizo evidente en aquellos momentos y el tiempo que nos separaba se retorcía y deformaba a su antojo en lo que parecía su broma preferida.
Lo que presumo fueron segundos, se hicieron eternos años luz, insufribles y dolorosos, pero cuando acabaron, un pequeño pliegue indescriptible se los llevó al olvido y los hizo insignificantes porque ya habían acabado, eran historia, y tu estabas frente a mi con tu luz.
De pronto el resto de la existencia dejó de tener sentido, Todo era brutal y sencillamente insignificante, cuasiinexistente, pequeñito como un elefante ve una hormiga, tan pequeñito que de hecho ni la ve.
En un primer momento quedé deslumbrado, recuerdo que me dolían los ojos pues no estaban acostumbrados a tanta luz. Poco a poco mi vista se fue haciendo a tu presencia, y lo primero que vi fueron tus ojos, estoy seguro. Me miraban sin reparo, inocentes, ajenos a su impacto, Simplemente indescriptibles.
No puedo decir nada de esos ojos, todo seria poco y claramente injusto. Tu puedes decir que el océano es azul, pero no su exacta tonalidad y mucho menos describir su inmensidad. Tu puedes atisbar o mínimamente imaginar la eternidad del cielo estrellado, comenzar a contar las estrellas, pero nunca llegarás a contarlas todas, nunca llegarás a comprender, por muy inteligente la infinitud del universo, El infinito es un concepto que va más allá de nuestro entendimiento.
Diré que sus ojos eran infinitos. Infinitamente azules, infinitamente bellos e infinitamente profundos. Es todo lo que me atrevo a decir.
El resto de su silueta estaba ahí, la atisbaba por el rabillo del ojo, pero nunca pude apartar mi mirada de la suya. Lo siguiente que recuerdo es como mis miembros se empezaban a desintegrar. Sin dolor, Sin miedo. Simplemente ocurría. Pasados unos momentos no quedó nada de mi ser, Todo se convirtió en lo que me atrevería a llamar polvo interestelar. Me desintegré totalmente.
Y así tal como comenzó, terminó y sus ojos fueron lo primero y lo último que vi. Lo más extraño es que aun lo recuerde, pero claro, nadie ha conseguido nunca explicar las pautas que rigen la desintegración platánica.