12/2/15

Entre escobas y zarajuelles

No hay camino ni sendero, solo maleza que me llega a los sobacos que aparto a mi paso con mis manos desnudas.

Solamente tengo una mochila llena de recuerdos, unas botas con un peso variable sinusoidal
y unos prismáticos caleidoscópicos con los que vislumbro mis sueños en el horizonte, a los que sigo para no perder mi rumbo.

En mis piernas tengo numerosas heridas. Algunas que sanan, otras que aún sangran dejando un reguero de pequeñas gotas de mi por si algún día deseo volver sobre mis pasos. Pero no hay camino ni sendero por donde voy, así que no me vuelvo, solo camino hacia delante.