27/5/15

Nacida para ser salvaje.

La semilla estaba harta de esperar. Había estado durante días haciéndose fuerte con el agua que le llegaba, ya no tenía miedo, estaba preparada y sabía que podía hacerlo.
Armándose de valor se desenrollo, tomo impulso en la tierra que la sujetaba y lanzó su brote hacia arriba. Todo estaba muy oscuro pero sabía que era la dirección correcta. 
El brote llegó a la superficie, pero estaba muy dura, más de lo que había pensado. Con toda su fuerza empujó y al final, en un pequeño estruendo, microscópico para lo macroscópico, pero fuerte para lo pequeño, rompió la tierra y salió. Un atisbo de calor baño su brote y supo que era el calor del sol.. Un atisbo de frescor le llegó y supo que era el viento dándole la bienvenida. 
La semilla saludó al mundo, hecha ya una planta aunque recién salida, y supo que lo había logrado. Todavía quedaba mucho por delante, pero el más complicado ya era pasado.